dilluns, 8 de juliol del 2013

Día 3: Chatenois – cerca de Kassel


Km: 678
Bajo a desayunar y me encuentro con una gran mesa dispuesta como si la familia se dispusiera a desayunar. Me siento algo incómodo. Por la mañana me gusta el silencio. Hablar, y por ende pensar, me supone un esfuerzo titánico, y si tiene que ser en inglés o francés chapurreado, la cosa empeora. 

La familia hemos resultado ser el dueño de la casa, un huésped parisino llamado Gilbert, su madre, una anciana de 90 años y que funciona mejor que yo a estas tempranas horas y un servidor. Me sobrepongo a mi tendencia autista e iniciamos una conversación en inglés con Gilbert, que se sorprende por la extensión de mi viaje. Cuando me pregunta donde recabé información sobre el alojamiento, apenas puede creerse que lo encontré por casualidad. El dueño corrobora la casualidad al informarme de que pudo darme la habitación debido a que cancelaron una reserva tan sólo unos minutos antes de mi llegada. A toda esta información respondo que tenía que suceder así, pues ayer tenía la certeza de que todo me iba a salir mejor que bien. Me rio mientras Gilbert me mira de un modo extraño. Creo que duda entre creerme un chiflado o algo peor. Sin embargo, creo que le he caido bien.
Gilbert. Aprendi algonas cosas de él.
Pierdo un par de preciosas horas paseando en moto por la comarca, de excepcional belleza. Me encuentro con una hípica y le pregunto a la dueña si me permite pasear y tomar fotos por su propiedad. De nuevo esa mirada de “¿de que va este tío?”, pero accede, halagada por mi interés. Debo cambiar mi modo de afrontar el viaje o no llegaré al Cabo Norte hasta el próximo solsticio, así que enfilo hacia la autorroute decidido a aburrirme durante un montón de horas.

Al fin en Alemania, el paraiso de la velocidad. Me sorprende ver que aun así, el firme de las autobahn está hecho un asco en comparación con el del país vecino, voy cabalgando sobre la moto rebotando por los baches del pavimento. Me doy cuenta del peligro de estar acostumbrado al límite de los 120 km/h. Un puntito en el retrovisor se convierte en un alemán pegado a tu culo en una fracción de segundo. Hay que pensar en eso antes de planear un adelantamiento a una fila de camiones. De vez en cuando, todos aminoran la marcha y se ponen a 80... ah, si, veo la señal. Seguidamente, todos se lanzan a volar de nuevo, no consigo ver si se debe a la presencia de otra señal o bien es la ausencia de estas lo que les otorga la patente de corso para poner el coche a todo lo que pueda dar. ¡Qué envidia! No sé a cuanto van, pero yendo yo a 140, me han pasado tipos que iban mucho, mucho más rapido.
Observo que aquí a la gasolina le añaden un 5% de bioalcohol. No sé si eso será bueno o malo par la bicha, pero con el tute que le estoy dando, creo que bien se merece una copita.
de 5 tenedores...
Finalmente, hecho polvo, me paro en un motel de la autobahn, cerca de Kassel. Tengo ganas ya de dejar atrás las superpobladas autopistas francoalemanas, trataré de llegar mañana a Suecia.

En contra de lo previsto en este viaje introspectivo, resulta que el 95% del tiempo que paso en la autopista no hago más que pensar en gilipolleces o cantar, gritar o lo que sea para combatir el sueño y el cansancio. Aún así, hoy he llegado a algunas conclusiones interesantes. Pegarse palizones en moto por una autopista es básicamente un muermo insoportable. Entonces, ¿porqué lo hago? ¿Qué necesidad hay de ir tan lejos? ¿No podría sentir lo mismo en una ruta por el Pirineo, sin hacer sufrir tanto a la mecánica y a mis huesos? Pues no. Cuando lo que pretendes es empequeñecer problemas, no hay nada mejor que irse bien lejos. Cuanto más, mejor. Puedes ver como éstos van desapareciendo en el retrovisor, incapaces de seguir tu ritmo. A medida que te vas alejando, vas adquiriendo una nueva perspectiva. Llegan a ser tan insignificantes que hasta podrías aplastarlos con la bota. Pero lo mejor es cogerlos, y en la palma de tu mano, ver cómo patalean como pequeños insectos, mientras tu estás ahí, enorme y vivo, muy vivo, y te guardas el problemilla insignificante en el bolsillo.

¿Y porqué hacer algo así en solitario? ¿No es mejor disfrutarlo en compañía? Pues tampoco. Viajo en solitario para crecer, para pensar, para meditar, para aburrirme, para acompañarme. Vedlo como un viaje para aprender un idioma. Si te llevas compañía, no aprenderás ni la mitad. Hacerlo solo es más duro, pero hablarás el idioma en dos meses.

12 comentaris:

  1. Dos dias sin fotos... internet aquí va leeeeeentooooo

    ResponElimina
  2. Привет Ricard! Как дела? Хави сказал мне что ты не настолько умный, чтобы перевести это сообщение, чтобы обнаружить, что это не шутка. Надеюсь, что у тебя всё хорошо, до следующей связи, если ты понял это сообщение
    Желаем удачи.
    Элина и Хави

    ResponElimina
    Respostes
    1. Привет Элина!
      Расскажи Хави не должны недооценивать моего высший разум. Обнять Хави и поцелуй для вас сейчас, что Хави не видит меня.

      Elimina
  3. Uauuu totalmente enganchada a tus relatos, es como estar allí! Sigue contando! Un abrazo. Sombreta

    ResponElimina
    Respostes
    1. Si señora, "todos queremos más..."

      Elimina
    2. Esa sombreta me suena... Si vierais la cantidad de hipicas que hay aqui... es otra cultura equina, sin duda. Un abrazo!

      Elimina
  4. Расскажи Хави не пренебрегай моей Фармацевт неумолимого, что даже и быть плакса слабак не хватает интеллекта, большой поцелуй в два, а слово, которое не взорвать все это, чтобы фармацевт.

    Удачи вам тоже, надеюсь увидеть вас в ближайшее время.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Переводчик Google сделал беспорядок с этим сообщением ... Это смех!

      обнять

      Elimina
  5. Я вижу, что многие русские здесь .....

    ResponElimina
  6. Hola Ricard, yo sabia que tu lo vas a traducir, pero el Xavi me ha dicho que si el hubiera a recibido un mensaje parecido a este, no lo haria... Espero que disfrutas mucho del viaje Ricard y si te apetece seguir escribir en ruso, ya sabes....
    Te seguimos
    Muchos abrazos y cuidate mucho!!!

    ResponElimina
  7. Sigue la travesía del boticario-psicópata por tierras europeas. Superada Francia donde se lo busca por todas partes, nuestro siniestro protagonista alcanza carreteras alemanas, donde de momento nadie lo busca. Elige viajar por las enormes, veloces y anónimas autopistas germanas. Testigos presenciales han declarado ver a un tipo en una moto pasarlos a toda velocidad por el costado, gritando palabrotas dentro de su casco, haciendo los cuernos con la mano izquierda, y sacando la lengua por debajo de su casco, a modo del integrante del famoso grupo Kiss. A pesar que lo intenta no encuentra muchos perros para arrollar, y para saciar su maldad lo reemplaza tiranado clavos en el carril rápido de la autopista. Provoca varios accidentes mortales de tipos que montados en sus Porsches y Mercedes, revientan sus neumáticos a mas de 300 por hora. Su risa resuena nuevamente...
    Mientras tanto la Gendarmerie encuentra el cadaver de la anciana de 90 años, para horror de Gilbert, quien dice: "Ya me pareció raro ese tipo con su viaje disparatado", unos kilómetros mas allá la dueña de la hípica colabora con la policía para hacer un retrato robot del hombre mas buscado en Francia. Pedro J pone a su equipo de investigación a trabajar en esta historia, ni Bárcenas, ni el asunto de los ERE ni nada nos hará vender mas diarios que la historia del loco con su moto por Europa. Continuará...

    ResponElimina
  8. Pero Juankaaaaaaaa... se te fue la pinza. Vaya dos compañeros de aventuras literarias, jajaja. El curso que hicisteis con Beatriz os hizo mucha pupa, jajajaja!!!

    ResponElimina