Km.: 297
Esta vez tengo que cambiar el estilo de mi
crónica. Normalmente escribo en presente, como si todo sucediera en ese
momento, explicando mis vivencias conforme van sucediendo, suele existir un
inicio, un punto de partida, y un final, un destino. Pero hoy no tiene mucho
sentido hacerlo así. Me he dado una vuelta por Lofoten, he llegado hasta el
punto en que ya no hay más carretera, y he vuelto al origen, como un apéndice
fractal del propio viaje. Tenía un par de rutas marcadas en el GPS para ir y
volver, pero he hecho lo que me ha dado la gana, cuando me ha dado la gana. En
cierto modo, asi he funcionado todo el viaje, pero hoy lo he elevado a la
categoría de arte y es porque el entorno no pide otra cosa. Para que os hagáis
una idea, he tardado más de nueve horas en llegar al último pueblo, A. No, no
es un error, se llama A. Es el primer pueblo del mundo.
La gente de por aquí es
de pocas palabras, porque no muy lejos de A está el pueblo de Bo. Me imagino
una conversación entre vecinos:
--Hola Roald, ¿Qué haces?
--Vengo de A, voy a Bo.
Fin de la conversación. Pero tiene sentido en
el Ártico, si fuera como en mi tierra, “vengo de Sant Joan de Vilatorrada y voy
a Sant Salvador de Guardiola” antes de la S de Salvador tendríamos un muerto
por hipotermia.
Pero volvamos a lo nuestro. Desde que he
salido de Svolvaer hasta que he vuelto más de once horas después, he circulado
por estas carreteras con una sonrisa de bobo en la cara. Son unos ciento veinte
o ciento cuarenta quilómetros hasta A, eso da una media que no llega a los 20
km/h, pero es que he parado cientos de veces a hacer fotos, vídeos, embobarme,
lo que fuera. No soy de hacer muchas fotos, no solo en este viaje, sino en
cualquiera. Aparte de exhibir una total falta de talento para la fotografía,
hace tiempo que me he dado cuenta de que me refrescan más la memoria los
vídeos. Me hacen recordar más las sensaciones que tuve en tal o cual momento,
por esta razón uso más el vídeo. Aunque tampoco en este viaje, todo hay que
decirlo. Un viaje en solitario no es la mejor ocasión para sacar el Spielberg
que llevamos dentro. En el peor de los casos, habría un solo protagonista, en
el mejor, ninguno.
Pero aquí, en Lofoten, le das una cámara a un chimpancé y te
saca fotos de concurso. El único que no supera al chimpancé soy yo. No sé hacer
fotos y ya está. Soy incapaz de mejorar lo que veo, generalmente lo empeoro.
Sólo me llevo un par de recuerdos y listos, nunca son dignas de enseñar a
nadie. Así que a pesar de haber hecho hoy tantas fotos como en todo lo que
llevo de viaje, son pocas para el lugar en que estoy. Por una cuestión de
respeto, mayormente. Si no le voy a hacer justícia a lo que veo, mejor no lo
toco. Aún así, hasta yo me animaba hoy a hacer fotos. “Joder, si va a salir
sola” pensaba.
En fin, que se supone que esperáis que os
describa Lofoten, pero tendréis que perdonarme. No tengo epítetos suficientes,
se me acaban las palabras que significan sublime, bello, maravilloso, hermoso,
de ensueño. Tal vez en noruego las
tengan, dado que esto es suyo y en algún momento tienen que describirlo. Pero
no sé noruego, y soy demasiado torpe para intentarlo en castellano. A ver,
¿cómo le explicáis a alguien que no ha tenido un orgasmo en su vida, lo que es
un orgasmo? Aparte de compadecerle, le explicaréis que si no lo experimenta por
si mismo no va a entender nada.
Nota del Escritor: deliberadamente he
utilizado el género masculino para describir el ejemplo. Si hubiera utilizado
el femenino, la respuesta hubiera sido “ven, que te lo enseño” y ya deja de
valerme como ejemplo. Y me niego al desdoblamiento de géneros tan en boga
actualmente de “ciudadanos y ciudadanas, ciudadanitos (aquellos de menos de
1,50m) ciudadanazos (de más de 120 kg)” y otras chorradas que han puesto de
moda los mediocres de nuestros políticos. El idioma es el que es, y si no te
gusta hay otros, pero no te pongas en ridículo. Yo no me pondré nunca cabezón
para que me llamen “persono”.
Bueno, basta ya de irme por las ramas. ¿Qué es
Lofoten? Pues un orgasmo para la vista, eso es lo que es. Un éxtasis retiniano,
el subidón pupilar perfecto. Además, Odín se ha apiadado de mi y me ha regalado
con el mejor día de sol que he tenido en todo el viaje. Las únicas nubes que he
visto sólo estaban allí para embellecer aun más el lugar. Tan agradecido estaba
que incluso he parado en Borg para ver el museo dedicado a sus acólitos, los
vikingos. ¿Que si vale la pena? Ya estamos con lo de siempre, a mi me gustan
los vikingos, así que si, me ha valido la pena. Otro pensará que es otra
chorrada para sacar pasta a los guiris. Qué le vamos a hacer si a mi me gustan las
mismas cosas que me gustaban de crío. Me gustan los dinosaurios, los
submarinos, las exploraciones polares y los vikingos, los indios americanos y
la ciencia-ficción. Los que me apoyan dirán que siempre he tenido las ideas muy
claras, mis detractores opinarán que soy un crío inmaduro.
En fin, que no os voy a contar nada más de
Lofoten porque no lo entenderíais. Tan sólo os recomiendo que al menos una vez
en la vida vengáis a ver esto. Hay muchos lugares maravillosos en Noruega, pero
en ninguno tienes 250 km de una maravilla tras otra. Si se pudiera elegir el
tipo de paraíso al que querríamos ir cuando nos llegue la hora, yo elegíría
pasear en mi w800 por Lofoten. Para toda la eternidad. Hoy he dejado el
equipaje en el hotel y hemos salido con lo puesto, la w800 y yo. Aunque acepta
sin rencor toda la carga que le meto, esta moto se disfruta plenamente así, a
pelo. Es una moto que ha nacido con un único propósito, ser hermosa. No tiene
nada más, sólo belleza.
Por eso hoy estaba en el entorno perfecto para ella.
Porque la vuelta ha sido un éxtasis de moto. Durante la ida, sólo tenía ojos
para el paisaje, así que he ido pisando huevos todo el rato. A pesar de eso, en
más de una ocasión he estado a punto de empotrarme en una autocaravana, es lo
peligroso de sumar los paisajes de Lofoten con sus estrechas carreteras. Pero
en la vuelta, me he desquitado. Sin apartar la vista de la carretera, he
disfrutado plenamente del placer, de la sensación de libertad que solo una moto
puede darte, y que esta kawasaki w800 te da mejor que cualquier otra. Ha sido
uno de los paseos en moto más hermosos, intensos y espectaculares que he hecho
en mi vida, lo recordaré hasta mi última neurona. Gracias Lofoten. Gracias
w800.
Ahora os dejo con las fotos del chimpancé...
El chimpancé |
Un amigo gorrón. Se me llevaba el bocata! |
Doncs per ser un ximpancé et surten prou bé! (rodolí).
ResponEliminaYo soy más de foto que de vídeo pero tienes razón, el video te recuerda más el momento.
Estoy comparando el lugar en el que te encuentras con el que me encuentro yo, ahora mismo. Ganas por goleada. Podría tomar cuatro instantáneas de mi despacho y me sobrarían tres.
Fins demà!
:-D
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