dissabte, 20 de juliol del 2013

Día 15: Skaland – Andenes



Km.: 63
Mientras desayuno, mirando por la ventana el (otra vez) lluvioso día, Hans me recomienda una ruta que incluye tomar un barco que se interna en el Trollfjord, al sur de Andenes, mi destino de hoy. Según su opinión, es el paisaje más impactante de esta parte de Noruega. Está ligeramente apartado de la ruta que tengo prevista, y el barco sale a las tres de la tarde. Trataré de alcanzarlo mañana, pero tal vez no me sea posible por los planes que tengo para mañana.

Salgo bajo la luvia en dirección a una carretera que termina a los pocos kilómetros en una playa de arena blanca. Me detengo aquí largo rato, bajo la lluvia, escuchando el romper de las olas. Prosigo en direción a Gryllefjord, en donde pienso coger el ferry que me llevará hasta Andenes. Por el camino me detengo junto a lo que se anuncia como el troll más grande del mundo. Tengo la sensación de que se trata del tinglado que ha montado el curioso tipo de la entrada para ganarse la vida. Para entrar al interior del troll, hay que pagar. Venciendo mis reticencias y movido por la curiosidad, pago y entro. En el interior, sólo hay una serie de escenificaciones de las leyendas locales sobre trolls. Quizás interesante para los niños, pero para un adulto hecho, derecho y de pelo en pecho como un servidor, absolutamente prescindible. Yo he picado, pero vosotros que estáis sobre aviso, no deberíais.
A cual más feo
Rompe a llover de nuevo cuando me dirijo al muelle del ferry. Llego diez minutos antes de que zarpe. Si llego a perderlo no sale otro hasta dentro de cuatro horas, no puedo dar crédito a la potra que tengo.
Paso el recorrido, de casi dos horas, durmiendo calentito en la cafetería del barco. Andenes me recibe bajo una lluvia torrencial y unas ráfagas de viento que casi me tiran de la moto. Descarto irme hoy de excursión por la costa Este como era mi intención, tal vez mañana. Mi plan B consiste en preguntar el precio de las excursiones que aquí se hacen para observar cachalotes. Encuentro el lugar y Daniele, un italiano que está en recepción, me cuenta en perfecto castellano en qué consiste la excursión. El precio me parece razonable, así que me apunto para mañana a primera hora. Como el clima no inspira a nada más que a recogerse en casa, abandono mi plan de encontrar cabañas económicas y me detengo en el primer hotel que encuentro. El precio también es razonable, me retiro pronto, mañana me espera un madrugón para ir a visitar a Moby Dick.

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